martes, 29 de septiembre de 2015

Testimonio de Joaquín López y palabras de agradecimiento en el día de su despedida.

Hace un año por estas fechas yo tenía problemas con el alcohol. 
Durante mucho tiempo todos me decían que dejara el alcohol: mi mujer, mis hijos, mi familia, amigos conocidos. Yo pensaba que todos estaban en mi contra y que querían hacerme la vida imposible.
Yo, día  tras día,  me inventaba una excusa, mentiras tras mentiras.  Llegó el momento de recoger la cosecha y recogí soledad. Me encontré con la soledad y ésta me hizo “compañía”.
Y mientras… apareció la depresión. Seguí corriendo y caí en el oasis que supuestamente me alentaría y calmaría mi sed. Era el oasis de la muerte que me seducía con su oleaje de perturbación. Mi corazón y mente aturdidos fueron cegados por el odio maldito.

Los días se tornaron tenebrosos, rayos de hipocresía llovían sobre mi cuerpo. Truenos de rencor estremecían mi alma.  Relámpagos de mentira cegaban mis ojos. Tornados de orgullo se llevaban lo que más quería. Una profunda soledad me dejaba sin aliento. Y yo, anonadado, seguía mi camino hacia el puñal de la muerte hasta que se agotaron mis fuerzas y quedé tirado en la arena como una vasija vacía por dentro y destrozado.

Una luz abrió mis esperanzas y la seguí. Me llevó dentro a esta ciudad, Lleida. Conocí la casa de acogida Nueva Imagen de la iglesia Evangélica Pentecostal. Allí me dieron cobijo y amor. Queridos hermanos : Os daré siempre les daré las gracias mientras viva y os llevaré en el corazón.  Gracias al Centro Nueva Imagen, al Taller del Alfarero, a Manolo, Blanca, Juan, Miguel y a los hermanos de esta iglesia, a Jordi nuestro pastor y a los hermanos del ministerio.
Todos ellos son las manos de alfareros guiadas por nuestro Señor: Manos que trabajan cada vasija con humildad y mucho amor. Sus jornadas no están medidas con tiempos “kronos” sino con tiempos “Kairos”( los tiempos de nuestro Señor), las 24 horas del día de los 365 días del año. Una responsabilidad y un esfuerzo humanamente imposible si no estuviera alimentado por el Señor.

Una noche, durmiendo, soñé que Dios me gritaba : ¡Alerta, alerta! Y al oír esto yo le gritaba : ¡ Señor, despiértame, despiértame! A partir de ese momento empecé a conocer a nuestro Señor.  Hoy le doy las gracias a nuestro Dios por la obra que ha hecho en mi vida. Es el alfarero y yo su vasija.  Le digo cada día : “ Trabaja en mí hasta que refleje tu mano en cada detalle de mi vida. Gracias por ayudarme”.

Es cierto que cada uno de nosotros tenemos nuestras propias “ grietas”, defectos, imperfecciones, etc. Tal vez somos por tanto vasijas agrietadas. Pero debemos saber que nuestro Señor, si se lo permitimos podrá aprovechar cada una de esas “ grietas” para obtener maravillosos resultados en cada uno de nosotros. A fin de cuentas cuando un cargador de vasijas lleva una sobre sus hombros y ésta pierde agua por alguna de sus grietas, no es agua desperdiciada sino que al caer en el camino puede producir maravillosas flores que de otro modo no crecerían. Eso es lo que espero que Dios haga conmigo y con cada uno de ustedes.

Bendiciones y gracias a todos.
                                                                    Joaquín López

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